NATURAL
10/10/19. NATURAL Allà estaba yo, cogido de la mano de mi madre en la puerta de aquella sala inmensa. Era blanca y diáfana, solo tenÃa en el centro un pedestal vertical sobre el que descansaba horizontalmente una losa de mármol. Del altÃsimo techo colgaba un cable del que pendÃa una única bombilla que daba una luz amarillenta y lúgubre, justo encima de la losa. No te muevas de aquÃ, me decÃa mi madre y se dirigÃa hacia la oscuridad. Por entonces, los pueblos tenÃan un médico de cabecera que atendÃa a todos los pacientes. Según la gravedad, pasaba consulta o visitaba la casa de los enfermos. En general, eran médicos amigos, integrados, con una vasta experiencia que les permitÃa resolver el dÃa a dÃa sin mayores problemas. Si