SOBRE LA CEGUERA I
22/06/2021
SOBRE LA CEGUERA I
Quizás porque mi más tierna infancia
transcurrió allí, le tengo mucho cariño a La Línea de la Concepción. La casa de
Isaac Peral número 5, típicamente gaditana con una planta, patio interior y la
azotea en la que esperaba atrapar a la cigüeña la noche que nació mi hermana,
los paseos de la mano de mis padres por la calle San Pablo, las morunas de sardinas
en la playa de La Atunara, los vestiditos para la feria que nos hacía mi
madrina, la que se lio el día que mi
hermano y yo echamos al cocido una pastilla de jabón Lux y la olla empezó a vomitar espuma, la primera escuela
de parvulito, el intenso olor a gasoil en la furgoneta gris de correos cuando
íbamos a recoger las sacas a la Estación de San Roque, subido encima del motor
entre el chofer y mi padre…
Con 5 años nos trasladamos a Málaga,
pero hasta los 13 estuve volviendo todos los veranos a casa de mis padrinos. La
Línea era un pueblo bonito, alegre, con una feria importante, con un futuro
prometedor porque se hablaba por entonces de incorporarla como final de la
incipiente Costa del Sol. Viajábamos por toda la comarca que era preciosa. A la
belleza de sus costas -San Roque, La Línea, Algeciras, Tarifa- hay que añadir
la del exuberante Parque Natural de Los Alcornocales -Los Barrios, Tesorillo-, la de pueblos históricos como Castellar y Jimena, los ríos Guadiaro y Palmones.
Una comarca naturalmente bella, rica y ecológicamente virgen que ha destruido la ambición humana,
hasta convertirla en una zona lumpen, paupérrima y altamente contaminada, condenada ex profeso al paro,
el contrabando, la droga y la marginación.
En uno de los habituales rifirrafes
de la época por la soberanía de Gibraltar, Franco decidió cerrar la verja de
entrada a la colonia inglesa en 1969. Este capricho del dictador fue el
principio del fin de la comarca, un error lamentable irreversible hasta hoy.
Para compensar la pérdida de los puestos de trabajo del Peñón, el régimen
franquista ideó unos planes de desarrollo que conllevaban la instalación de un
polo industrial con industrias difíciles de rentabilizar, que tenían en común
que debían traer las materias primas desde muy lejos. Así nacieron Celupal que
producía papel, Acerinox que fabricaba acero, la refinería de petróleo y
diversas petroquímicas, siderúrgicas y energéticas que han contado desde el
principio con todo tipo de facilidades y subvenciones oficiales. La zona
concentró numerosos polígonos industriales en los que las pymes desarrollan
actividades derivadas de las grandes empresas.
Las consecuencias inmediatas de la
industrialización fueron la desaparición de la actividad pesquera de las potentes
flotas del litoral y el final de la posibilidad de explotar turísticamente la
región. Con todo, lo peor ha sido el elevado grado de contaminación
medioambiental al que se ha llegado. El refino de petróleo, el licuado del gas,
las petroquímicas, las metalúrgicas o la producción eléctrica han convertido al
Campo de Gibraltar en un gran basurero de residuos contaminantes. Los parches
posteriores que han ido poniendo las distintas administraciones ya en democracia,
no han hecho más que empeorar la situación -más subvenciones, más industrias,
más polígonos- al tiempo que la degradación del aire, del agua y de la tierra
ha ido aumentando.
La reconversión que necesita el
Campo de Gibraltar es integral y hoy por hoy, inviable. Tendrían que
humanizarse los objetivos que dominan todas las planificaciones: la especulación
y el enriquecimiento. Cambiar la visión exclusiva de rentabilidad y negocio.
Pero de perdidos al río, parece ser la estrategia elegida por nuestras autoridades
que lejos de programar una temporalizada regeneración ecológica de la región,
se empecinan en un más de lo mismo. Proyectos contaminantes como el Fondo de
Barril de CEPSA y el cable La Línea-Ceuta de Red Eléctrica tienen ya el
beneplácito de nuestras administraciones. Solo las querellas y manifestaciones
de grupos minoritarios como Verdemar y Ecologistas en Acción han impedido de
momento su puesta en marcha. Otra vez la toma de conciencia, la responsabilidad
ciudadana y la resistencia civil como única alternativa.
Ésos son los peores....los que no quieren ver😕
ResponderEliminarOtra y otra vez perdimos... Qué hermosos recuerdos describes dl paraíso natural q fue esta tierra en nuestra infancia.
ResponderEliminarNo aprendemos y no aprenden, que ese no es el camino, seguimos destruyendo 😔
ResponderEliminar😪😪😪la ceguera es muy mala y el lucro,peor.Un abrazo
ResponderEliminarVaya cambio!! Para no reconocer, por desgracia, la zona.
ResponderEliminarAntoniooooo, bonita esa primera parte de la infancia y con qué gracejo la cuentas. Leyendo lo que escribes más adelante inmediatamente entras en una angustiosa realidad y una difícil solución a la ruina del Campo de Gibraltar, complicado encontrar un bienestar económico y social. Sabemos, y tú lo expones de maravilla, que está comarca ha sido históricamente un territorio duramente castigado por el desempleo y ahora además las consecuencias derivadas de la pandemia....
ResponderEliminarCeguera.