TINGLAO
26/04/22
SOBRE LA CEGUERA
TINGLAO
Sucedía cada año. Unos días antes,
aparecían unos operarios que nos pedían permiso para amarrar unos postes de
madera que iban de balcón en balcón de mi casa y otros perpendiculares que iban
a los balcones de la acera de enfrente. Encima de esta estructura ponían un
toldo que daba cobijo al montaje de los tronos de Nuestro Padre Jesús de la
Misericordia y Nuestra Señora del Gran Poder, al principio de calle Peregrino,
esquina con Plaza de Toros Vieja, frente a la iglesia del Carmen, donde
vivíamos, como te he dicho alguna vez.
Así que mis hermanos y yo, aunque no
éramos católicos practicantes, teníamos una tribuna privilegiada para
contemplar con emoción y respeto todo el proceso de montura:
primero el cajillo de madera, los varales, la mesa, los arbotantes con sus
tulipas de cristal en las esquinas, la candelería, la campana del capataz y una
peana sobre la que finalmente se colocaba la imagen del Cristo o la Virgen,
esta con su manto y su palio exquisitamente bordados. El colofón estético eran
las flores, que preludiaban la salida de los pasos, la tarde del Jueves Santo.
Esa noche, de madrugada, nos
despertaban las bandas de cornetas y tambores de los bomberos y la aviación,
mis padres, mis cuatro hermanos y yo corríamos a coger sitio en el balcón cierro y
desde aquella atalaya inmejorable contemplábamos un espectáculo impresionante,
un impacto emocional difícil de explicar y más de entender, si no se ha vivido
alguna vez. Olores a cera quemada, romero, claveles, rosas, lirios, las dos
bandas tocando al unísono, los costaleros meciendo las imágenes, bailándolas al son de la música, poniéndose de rodillas
para que la Virgen reverenciara a su hijo, para que el hijo reverenciara a su
madre, una genuflexión y otra, los vellos de punta, el toque prolongado de las campanillas, los
balcones abarrotados, el barrio entregado aplaudiendo en un emotivo éxtasis
colectivo en el que, sin pretenderlo, las lágrimas brotaban de los ojos de forma
espontánea.
Eran los años 60 y 70. He
presenciado cómo los hermanos mayores de las cofradías iban de taberna en
taberna buscando costaleros para poder completar el trono. Por favor, salimos
mañana, dijimos que íbamos a pagar 200 pesetas, pero vamos a dar 300. Así
estaba la cosa, el personal cobraba por sacar los tronos de procesión. No es
que hubiera crisis, la Semana Santa tenía su público, cada cofradía aportaba
sus seguidores, cristianos militantes, católicos creyentes o vecinos laicos del
barrio que con respetuosa admiración disfrutábamos de aquella fantástica representación
callejera artísticamente teatralizada de la vida y muerte de Jesucristo. Una
semana de fiesta, que cada familia vivía a su manera, como la Navidad.
El año 1982 supone una inflexión
histórica también en este tema. El partido socialista ganó las elecciones y nos
incorporó a Europa con el compromiso de que nosotros nos desindustrializaríamos
a cambio de dedicarnos exclusivamente al sector servicios. Esta monodependencia
económica del turismo, hizo que las ferias, los toros, la copla y la Semana
Santa fueran promocionados artificialmente por los gobiernos del PSOE, vendiéndolos
dentro del paquete de oferta singular española, sacando de su contexto,
frivolizando y desquiciando unas actividades que ya contaban con su público
natural, aficionado, entendido o devoto.
Así que la Semana Santa no es ni
mucho menos la que era ni lo que era. Se ha convertido en una atracción más de
nuestro Parque Temático en la que se mezcla la pasión con el divertimento, el
incienso con el alcohol, lo sacro con lo profano. Bajo el lema todo se vende,
se ha descafeinado una tradición secular que ha sufrido también la
turistización que están padeciendo los centros históricos de nuestras capitales,
las famosas almendras de las que en nombre del negocio especulativo se ha
expulsado a la mayoría de los antiguos vecinos.
Susana Moreno lo explica así de bien
en El Portal de Andalucía. El inicial proceso de gentrificación y posterior
turistización continua provocando el desplazamiento de un importante número de
vecinos que no encuentran otra opción que mudarse de barrio. Por eso, apenas
quedan casas en el Casco Antiguo de la ciudad de las que ver salir a varias
generaciones de nazarenos camino a su capilla. Esta Semana Santa, los balcones
cerrados en prácticamente todo el recorrido de las cofradías por el centro
estremecían. Muchos paños rojos o granates para dar credibilidad al decorado,
pero nadie asomado, ninguna mirada cómplice, ningún rostro tocado por la
emoción. Ninguna relación entre el barrio físico y la fiesta. Convertido todo
el centro en alojamiento ocasional, la sensación de estar atravesando un
decorado descorazona.
Son palabras de Susana dedicadas a
Sevilla, que podemos extrapolar a una Málaga en la que, en esta última edición,
las cofradías han dado en este sentido un paso adelante tomando literalmente
las calles, tapiando los puntos de visión esenciales y obligando a los
visitantes a comprar sillas, con el beneplácito del ayuntamiento. En esta orgía
de consumo que preside todo, las reales cofradías también quieren su tajada,
por qué no si son las protagonistas del espectáculo*. Ante el clamoroso rechazo de la ciudadanía, el mismo alcalde responsable reivindicaba cínicamente
ante los medios el verbo callejear, costumbre tradicional de los malagueños de
ir libremente de un punto a otro del itinerario procesional para disfrutar de sus momentos favoritos de la que hasta hace poco considerábamos nuestra Semana
de Santa.
Si en esto tampoco hay resistencia
civil, me temo que el callejear se va a acabar.
* Ahora organizan Magnas y Vía Crucis Extraordinarios, que son desfiles procesionales masivos de hermandades
fuera de temporada, qué importa, el negocio es el negocio y no hay Iglesia que resista la tentación de ingresar tan opíparos beneficios. Por qué sacar a la
calle una sola vez un patrimonio tan probadamente rentable. Se vende un
servicio espiritual religioso que se cobra en euros. La pela es la pela. ¿Te
acuerdas cuando decíamos esto tratando de ridiculizar a los catalanes? Pues ya
ves.
Fantastico. Leido el 1°de Mayo, de camino a ina de las manifestaciones que hsy en Madrid, que a diferencia de las pricesiones de SS cada dia son menos numerosas y vacias de contenido reivindicativo ¿ motivos?. Diversos, quiza uno de ellio el mismo que las procesiones a tope, la mercantilizacion de nuestro tiempo de ocio(en Madrid el 2 es fiesta) que nos lleva a ocupar y gentrificar otro centros urbanos. Salud compa, de la normal y la acrats!
ResponderEliminarEntre Semana Santa y Ferias, en que estamos, se oía al coro de los laicos que cantan a la Luna: cultura popular, cultura popular. Olvidan que en la SS mandan Iglesia y Cecop, o fuerzas de orden público, y que, en la Feria, nobleza y burguesía y, sobre todos los todos, el turismo.
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