HACER NADA

          


                                                                                                                             30/12/2021
                                                                        HACER NADA

            En nombre de la sacrosanta producción  hemos perdido la libertad de disponer de nuestro tiempo. Lo gravísimo de este secuestro consentido es que se ha producido paulatinamente, casi sin darnos cuenta y ya en esta sociedad posindustrial nos parece normal no tener tiempo para los hijos, los padres, los abuelos o la familia, apenas para los amigos o nosotros mismos. El WhatsApp es el horrible sucedáneo con el que nos conformamos para mantener unas relaciones sociales que hasta hace poco eran imprescindiblemente presenciales.  La pandemia no es la culpable, solo ha venido a visibilizar lo que era un hecho consumado. El virus, con sus vacunas y certificados, lo que nos va a dejar instalado para siempre es un grado de sometimiento al insaciable mercado, sin precedentes en la historia reciente de la Humanidad. La ceguera y la estupidez se han disparado exponencialmente y amenazan con hacerse sistémicas.

            Todos los occidentales tienen reloj, le dijo un niño hindú a su padre en la época pre móvil. Sí, hijo, pero ninguno tiene tiempo, le contestó acertadamente el progenitor.

            Hoy he hecho un descubrimiento importante para mí. He bajado a la playa sin objetivo previo. No he ido ni a pasear, ni andar, correr o hacer ejercicio, ese aspecto lo tengo cubierto con las sesiones de yoga y las rutas por la Naturaleza. El propósito, aunque hacía un 30 de diciembre excepcionalmente primaveral, tampoco era tomar el sol o disfrutar del paisaje. Me he dado cuenta de que, quizás por primera vez, he bajado a nada, he sido consciente de que este movimiento no tenía una finalidad específica.

            Y lo noticiable de esta toma de conciencia, aparentemente intrascendente, insulsa o incluso frívola, es que ahora sé que bajar a nada es lo mismo que bajar a todo. Sí, a todo. Porque ese nada amplifica infinitamente las posibilidades, da paso a una espaciosidad sin límites que abarca todo. Y ese sencillo darme cuenta ha hecho que el tiempo se densificara especialmente, me cundiera como nunca, sintiera una inusual plenitud, viviera el momento con una rara intensidad que me hacía  feliz. Creo que nunca me he sentido más presente.

            Cuando subía en el coche, le encontré sentido a una anécdota que le he oído contar varias veces a mi Maestro de Yoga. En algunas ocasiones bajo al centro sin ánimo de hacer nada. Los conocidos que me encuentro, me preguntan si he venido a pasear, a comprar, a ver escaparates, a encontrarme con alguien, a hacer algo concreto. No, he venido a nada, les digo, y se marchan incrédulos pensando que por alguna razón  les he querido ocultar el motivo. 

            Entonces, si tienes esa apertura mental, esa predisposición, esa libertad ilimitada de elegir opciones no premeditadas, ese vacío fértil, solo entonces, puede suceder todo.

Comentarios

  1. Qué bueno!
    Me ha hecho acordar de algo, quizá no es lo mismo que tú has escrito, pero la imagen se me ha venido
    En frente de mi casa Todos los días desde muy temprano se pone en la esquina un hombre que se llama Juan.
    Se pone de pie con los brazos cruzados y justamente hace éso, nada
    Deja pasar el tiempo y mira a la gente y los coches que pasan ,
    y hace ( o no hace) Nada. !
    No tiene un fin en sí mismo el estar ahí, simplemente está!
    Ni siquiera sé si él mismo se da cuenta de la cantidad de tiempo que maneja....
    Para mí, lo digo con cierta envidia, es
    un "disfrutón" del tiempo!

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  2. Ya lo dicen los italianos, hae ya mucho tiempo. Hay un goce en el no hacer nada. "il doce far niente “ El fulce hacer nada.

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  3. Amigo Antonio, me encanta el artículo, y no he dado mi opinión antes buscando una entrevista que le hicieron en la 2 hace tres años a Fernando Fernán Gómez donde deja clarísimo su capacidad para "no hacer nada" y por qué no pudo; lo comento porque viene un poco al caso y me provocó la risa.
    El comienzo del artículo es contundente y no dejes de sorprendernos los domingos con ellos. Un abrazo y mucha salud.

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