ROBERT HARVEY  STILL GROWING

 

 

                        “Still growing es una expresión inglesa que define a quienes aún no han dejado de crecer. Robert Harvey es a sus 75 años un still growing condenado a crecer eternamente. En ese momento duro de inflexión que existe en la vida de todos, Robert optó por lo difícil en vez de acomodarse, por la superación personal en vez de compadecerse, por exigirse a si mismo en vez de ejercer de víctima.

                        Y, de tal forma esta opción fue tomada conscientemente, que entró en un proceso de evolución continua en el que la autodisciplina, la búsqueda de lo auténtico y la pasión por la vida iban a ser las claves de su desarrollo. Rompió con los convencionalismos, la oficialidad, con los prejuicios y la rutina y se dedicó a explorar en el arduo camino del crecimiento interior, de la independencia, de la libertad, de la creatividad.

                        Desde ese momento, Robert se convirtió en un ser atípico. Si por desgracia, la mayoría de las personas dejan de crecer cuando han conseguido algunas de las metas que la sociedad les pone (final de carrera, media naranja, fortuna...) se puede decir en este sentido que Boby es un inmaduro perpetuo, un ansioso crónico, un inconformista pertinaz. Y ese fenómeno diferenciador es, a la vez, su cruz y su gloria, su esencia, sus alas, su motor y su alegría: lanza a Robert al espacio, al futuro, a esa dimensión apta sólo para genios y privilegiados, que es absolutamente irreversible.

                        Quien conoce a Robert, nota desde el primer instante que está ante alguien especial. “Diferente, sencillo, con sensibilidad femenina, generoso, irritantemente perfeccionista y puntual, moderno, jovial, sibarita, coqueto, cariñoso, amante de la vida, de la amistad, del cine, de las charlas, de la cocina, de la comida y, sobre todo, del vodka. Además, pinta”.

                        Este era el retrato que hacía yo, en la introducción del catálogo de sus exposiciones en la Casa Fuerte de Bezmiliana y en la Galería Alfredo Viñas en octubre, de este americano de Carolina del Norte que, casi treinta años después de afincarse en Málaga, no ha podido aún liberarse del sambenito  de la crítica de compararlo con Warhol y tener influencias del arte pop americano.

                        Estamos en su casa de La Huerta del Ángel, en Macharaviaya, plácidamente sentados en el confortable salón, disfrutando, por supuesto, de unos vodka-tonics, con ese regusto, esa relajación y esa complicidad que producen casi veinte años de amistad compartida, creciente, íntima.

                        A. Después de megaciudades como Nueva York y San Francisco ¿Cómo se llega a un pueblecito de 92 habitantes?

                        R. Si, exactamente veinte años en NY y otros veinte en SF. Cuando era joven y me atraían los bright lights y the excitement de las ciudades grandes, llenas de ruidos, clubs, museos, galerías, tráfico, gente, todas las novedades para los jóvenes. Y, ahora, paz y silencio para pintar. Eso es lo que necesito. He vivido la vida loca y me encantaba, pero ahora quiero un ambiente de tranquilidad,

                        A. ¿Cuál ha sido el motor de tu continua evolución?

                        R. Las ganas de vivir, el respeto a la vida, la necesidad de no pensar siempre lo mismo. Y, lo más importante, no pensar igual cuando tienes 70 años que cuando tienes 40. Cada mañana pensar hoy es otro día, voy a hacer algo nuevo si es posible.

                        A. ¿Te has movido por instinto o como resultado de un esfuerzo intelectual?

                        R. Siempre por instinto, más con el corazón que con la cabeza, tanto en la pintura como en mi vida. Cuando vi la Huerta desde Macharaviaya, ya estaba enamorado y sabía que aquella casa en ruina, iba a ser mi casa.

A. ¿Qué es ser moderno para ti?

R. Es un sentimiento, una forma de entender la vida, estar libre, abierto, tener intereses en todos los aspectos de la vida, comprometerse con la evolución, ser vanguardia. Es la habilidad para captar lo esencial, el fondo de las cosas. No tiene nada que ver con la moda, la ropa  o el corte de pelo. Eso se llama esnobismo o with it. Pero nada más.

A. Hemos visitado juntos los mejores museos de Nueva York, San Francisco, Los Ángeles, Ámsterdam, Madrid o Málaga y no conozco a nadie que tenga un dominio de la historia del arte como tú ¿De dónde viene tu vasta cultura?

R. Empecé en la Escuela de Bellas Artes de Florida; allí he puesto mucho interés en estudiar a los artistas, los clásico y los modernos, los que me gustaban y los que no, para ver su evolución, sus caminos, sus logros. Después, en NY y SF, he continuado mi formación. Seguía estudiando, leyendo revistas especializadas, conociendo artistas como George Groze, Lionel Feininger, Nathan Oliveira y, recientemente, a Manolo Valdés. Son mis amigos y eso hace que me interese más, si cabe, en su obra. Todos me han enseñado algo. Bueno, ese es mi mundo.

A. Desde que te conozco, he leído mil veces la influencia que ejerció Andy Warhol en tu obra ¿Qué tiene eso de cierto?

R. No tengo nada que ver con los cuadros de Warhol, ni tan siquiera me gusta especialmente su obra, aunque simpatizo con el papel rupturista que él jugó. Como te decía en la respuesta anterior, he estudiado a todos con mucho respeto, y entre todos me han enseñado a leer, a descifrar, a interpretar, a comprender el arte. En ese sentido tengo influencias de Warhol como de Goya o Velázquez. Mi obra es un poco de fotorrealismo mezclado por mi gusto por lo clásico, pero la mayoría es mía, no encuentro influencias directas de nadie. ¡Son míos!

A. Los que te conocemos Robert, sabemos que eres un artista integral, que es un calificativo que rehúsas utilizar en primera persona. Eres artista decorando tu casa, vistiendo, cocinando o pintando. Pero ¿por qué la pintura?

R. ¡La pintura! Fueron los pintores los que vieron la realidad con otros ojos, los que vinieron con algo nuevo para sus tiempos, los que rompieron las tradiciones y cambiaron la historia del arte. Hay algo en ello de magia, de misterio, de incógnita que me ha atraído siempre.

A. ¿Todos los pintores son artistas?

R. ¡No! Tengo respeto y cariño para cada persona que pinta, pero ni mucho menos todas son artistas. Artista es uno que crea, que añade algo suyo a lo ya existente, que tiene algo nuevo que enseñar al mundo. Que tiene un sueño que es sólo suyo.

A. ¿Qué es y qué importancia tiene el respeto para ti?

R. Es lo más importante. Sin respeto no hay nada. Es el derecho de cada persona a vivir como quiera respetando a los demás, a la naturaleza. Cuando he llegado al pueblo hace 26 años, el camino de la costa estaba completamente limpio e igual que hace siglos. Ahora los dos lados del camino están llenos de botellas de plástico, latas de metal, bolsas, la montaña es una basura ¿Tú piensas que eso le molesta al alcalde? No, no y no. El se preocupa por otras cosas más rentables. Respeto para el campo, para las calles, para los niños, para los hijos...Educación si, pero prisioneros no. Aceptar el dato de que los otros no son iguales que tú. Dar los derechos a los otros que quieres para ti mismo.

A. Háblame, para terminar, del cine, que me consta que es una de tus debilidades.

R. Paradojas de la vida, es el medio que más ha influenciado mi obra –no Warhol- y nadie ha dicho nunca nada. Me encanta el cine. Desde siempre, su historia es parte importante de mi historia. Películas como Magnificent Ambersons de Welles, Garbo Talks, Bagdad Café, Funny Bones, A quien ama Gilbert Grape, Smoke o Tomates verdes fritos forman parte de mi vida.