AGRADECIMIENTO









                                                                                                                                      30/12/03.

AGRADECIMIENTO

           Se fue lo mismo que llegó, bajando las escaleras con pasos torpes, su abrigo negro de cuello de conejo y en la mano, la jaula del canario blanco con el que hablaba desde por la mañana.
             -Este pájaro parece que entiende. Cuando por las tardes lo llevo de la terraza al dormitorio le digo ¡arriba!, se sube al columpio más alto y sabe que es la hora de dormir- decía encantada de que el pajarito la obedeciera y, sobre todo, la acompañara sin escaparse de la jaula como habían hecho sus hijos, hacía ya mucho tiempo.
             Vino para ayudarme durante el obligado reposo por la operación de tendón de Aquiles. Aún sin la agilidad de sus años mozos, limpió la casa entera, lavó, repasó y planchó la ropa, cocinó lo necesario, ordenó hasta lo que no debía, atendió con gusto a las visitas, me dio conversación cuando era oportuno, respetó mis silencios y mis lecturas y sólo estaba como ausente durante el culebrón vespertino de la televisión. Al ir a acostarse, se ponía un puñado de distintas pastillas en el hueco de la mano para sus múltiples achaques, se las tragaba todas a la vez con un buche de agua y se preguntaba cómo sabrían esas puñeteras para dónde tenía que tirar cada una.
             Cuando me recuperé, mi madre se fue tranquilamente, hablándole a su pájaro. Sin pedir nada a cambio.


Comentarios

  1. Precioso homenaje, preciosa mujer

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  2. Me encantaba tu madre Antonio. Se hacia querer, siempre con la sonrisa a flor de piel y sobre todo cariñosa y como tú bien la describes....
    Servicial. Un besazo

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  3. Paradigma. Me recuerda a la mía. Y a muchas otras. ¿Se extinguiirán?

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