LA TENTACIÓN
22/03/20.
LA TENTACIÓN
Y allí estábamos los dos en la isla
de los rascacielos, mi cicerone empeñado en que no me perdiera detalle.
Edificios, calles, parques, museos, teatros, cines, clubs, bares… repasábamos
todos los lugares emblemáticos de aquella ciudad icónica donde se hizo adulto y
tuvo la suerte de coincidir y conectar con la vanguardia intelectual y
artística que llegó huyendo de los horrores de la guerra, una experiencia que
lo marcó para siempre.
Apenas pude cerrar la boca en
aquella semana de ensueño, íbamos de un Ohhh a otro Ohhhhhh mayor. Un día me
dijo que íbamos a visitar a nuestro artista con más proyección internacional,
del que conocíamos bien su obra y habíamos hablado muchas veces, siempre con
una admiración casi reverencial.
Iremos en limusina, que he visto que
cuesta lo mismo que el taxi, me dijo. Cuando el infinito auto beige llegó
conducido por un chófer negro uniformado, estábamos muertos de risa perdidos en
el asiento de atrás, a kilómetros del conductor.
El ático del pintor ocupaba toda la
última planta de un edificio situado en la avenida más famosa y cara del
planeta. Sí, es nuestro artista con más proyección internacional, me dije. El
ascensor nos dejó directamente en su estudio de techo acristalado y avanzamos
entre inmensas meninas de alabastro y bronce subidas a las mesas de trabajo, situadas
a un lado y otro del pasillo central, como si de un portentoso bulevar de
esfinges se tratara. Andábamos mirando hacia arriba, embelesados, embargados
por la emoción, abducidos por la belleza de aquellas esculturas maravillosas.
Cuando finalmente apareció el
anfitrión con su bata marrón con manchas de pintura, nos hizo pasar a su
vivienda. Él y su mujer fueron muy amables, nos invitaron a un té y nos
despidieron en la puerta de su casa, así que volvimos a atravesar el taller
solos. Llegando al final vimos que tirada dentro de una papelera, estaba la
menina esculpida en madera que le había servido de boceto.
Nada más cerrarse la puerta del ascensor, mi amigo me preguntó por qué no la había
metido en la mochila.
¡¡¡Eso mismo he pensado yo!!!
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