AL CÉSAR
25/04/20.
AL CÉSAR
Venía huyendo de la menor de las dictaduras
del cono sur. Tenía ese porte distinguido y elegante, inequívocamente burgués.
A su agradable presencia unía un verbo
fácil, lo que hacía de él un cautivador
nato con el que era difícil competir. En su estrategia de exiliado
clandestino, trabajó de profesor de tenis en uno de los clubes del barrio alto
de la ciudad.
Era el año de mi curso de prácticas
de magisterio, aunque yo gastaba toda mi energía en hacer méritos con mi primer
amor. Fue ella la que me lo presentó y dejó de caerme bien justo en el momento
que me dijo que la había invitado a visitar el país vecino. Para mí era un
hombre mayor, pero no me fiaba ni un pelo de aquel piquito de oro guaperas.
Afortunadamente, quiso el destino que en el último momento surgiera un
imprevisto familiar y el acompañante terminé siendo yo.
Por lo que me contó yendo, una parte
del ejército había puesto fin a la noche más larga y en su calidad de líder
sindical tenía audiencias con las nuevas autoridades. Al anochecer, paseábamos
por las decadentes calles y plazas de la capital de la saudade, supongo que a
la manera que lo hacían maestros y alumnos en las primeras academias, cada pregunta
tenía una respuesta de horas. Capitalismo, multinacional, plusvalía… mi
virginidad absorbía estos conceptos como una esponja.
Cuando regresamos unos días después,
yo era otro. Me regaló una extensa bibliografía que devoré en los meses
siguientes. En la cálida despedida, me dijo que me llamaría al llegar, que pese a su nueva identidad y su pasaporte falso, era posible que lo estuvieran esperando
Nunca más supe de él.
A veces, sin siquiera planearlas, surgen experiencias que dejan marca. Curiosamente, también las portuguesas han sido tierras testigas mudas de algunas que, de forma especialísima, recordaré siempre. Saludos dominicales.
ResponderEliminarGracias por estas perlas dominicales. Tienes el poder de hacerme viajar con su lectura.
ResponderEliminarSe que es domingo porque recibo un regalito nada más despertar. Gracias Antonio
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe encanta tu relato, estupenda experiencia sobre aquel 25 d abril...tal como eramoseramos.
ResponderEliminarQue bien, me gusta mucho estos relatos, para cuando un libro.......
ResponderEliminarEs un relato precioso
ResponderEliminar